Lo más nuevo
Mostrando las entradas con la etiqueta milagros. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta milagros. Mostrar todas las entradas

miércoles, 16 de abril de 2014

CAMBIAR LO QUE NOS HACE INFELICES




CIUDAD DE MÉXICO (16/ABR/2014)
Solo entendemos del todo el milagro de la vida cuando dejamos que suceda lo inesperado.
Todos los días Dios nos da, junto con el sol, un momento en el que es posible cambiar todo lo que nos hace infelices.

Todos los días tratamos de fingir que no percibimos ese momento, que ese momento no existe, que hoy es igual que ayer y será igual que mañana.

Pero quien presta atención a su día, descubre el instante mágico. Puede estar escondido en la hora en que metemos la llave en la puerta por la mañana, en el instante de silencio después del almuerzo, en las mil y una cosas que nos parecen iguales.

Ese momento existe: un momento en el que toda la fuerza de las estrellas pasa a través de nosotros y nos permite hacer milagros.

La felicidad es a veces una bendición, pero por lo general es una conquista.

El instante mágico del día nos ayuda a cambiar, nos hace ir en busca de nuestros sueños.

Vamos a sufrir, vamos a tener momentos difíciles, vamos a afrontar muchas desilusiones…. pero todo es pasajero y no deja marcas. Y en el futuro podemos mirar hacia atrás con orgullo y fe.

Pobre del que tiene miedo de correr riesgos. Porque ese quizá no se decepcione nunca, ni tenga desilusiones, ni sufra como los que persiguen un sueño. Pero al mirar hacia atrás oirá que el corazón le dice:

“¿Qué hiciste con los milagros que Dios sembró en tus días?

¿Qué hiciste con los talentos que tu maestro te confió?

Los enterraste en el fondo de una cueva, porqué tenías miedo de perderlos.

Entonces, ésta es tu herencia: la certeza de que has desperdiciado tu vida”

¡Pobre de quien escucha estas palabras!
Porque entonces creerá en milagros, pero los instantes mágicos de su vida ya habrán pasado.

Fragmento de libro: A orillas del río piedra me senté y lloré, de Paulo Coelho




Desde mi interior ... la magia de la vida

Lolita González

jueves, 30 de enero de 2014

BENDICE SIEMPRE



No necesitas la bendición de Dios porque de ella ya dispones para siempre, pero sí necesitas la tuya propia. La imagen que el ego tiene de ti es la de un ser desposeído, vulnerable e incapaz de amar. No puedes amar semejante imagen. Sin embargo, puedes escaparte muy fácilmente de ella abandonándola. Tú no formas parte de esa imagen, ni ella es lo que tú eres. No veas esa imagen en nadie, o la habrás aceptado como lo que eres tú.

La bendición de Dios mora en todos Sus hijos, y en tu bendición de ellos radica la bendición que Dios te da a ti.
Eres bendito y no lo sabes, necesitas aprender que ciertamente lo eres.. El conocimiento no es algo que se pueda enseñar, pero sus condiciones se tienen que adquirir, pues eso fue lo que desechaste.

Puedes aprender a bendecir; pero no puedes dar lo que no tienes. Por lo tanto, si ofreces una bendición, primero te tiene que haber llegado a ti. Y tienes también que haberla aceptado como tuya, pues, de lo contrario, ¿cómo podrías darla?


Siempre que le niegas la bendición a un hermano te sientes desposeído, ya que la negación es tan total como el amor. Negar parte de la Filiación es tan imposible como lo es amarla sólo en parte. No es posible tampoco amarla totalmente sólo a veces. No puedes estar, totalmente comprometido sólo en algunas ocasiones.


Cuando un hermano actúa insensatamente, te está ofreciendo una oportunidad para que lo bendigas. Su necesidad es la tuya. Tu necesitas la bendición que puedes darle. No hay manera de que tú puedas disponer de ella excepto dándola. Ésa es la ley de Dios, la cual no hace excepciones. Careces de aquello que niegas, no porque haya carencia de ello, sino porque se lo has negado a otro, y, por lo tanto, no eres consciente de ello en ti.

Del libro: Un Curso de Milagros

Desde mi interior ... la magia de la vida
Lolita González