No necesitas la bendición de Dios porque de ella ya dispones
para siempre, pero sí necesitas la tuya propia. La imagen que el ego tiene de
ti es la de un ser desposeído, vulnerable e incapaz de amar. No puedes amar
semejante imagen. Sin embargo, puedes escaparte muy fácilmente de ella
abandonándola. Tú no formas parte de esa imagen, ni ella es lo que tú eres. No
veas esa imagen en nadie, o la habrás aceptado como lo que eres tú.
La bendición de Dios mora en todos Sus hijos, y en tu
bendición de ellos radica la bendición que Dios te da a ti.
Eres bendito y no lo sabes, necesitas aprender que
ciertamente lo eres.. El conocimiento no es algo que se pueda enseñar, pero sus
condiciones se tienen que adquirir, pues eso fue lo que desechaste.
Puedes aprender a bendecir; pero no puedes dar lo que no
tienes. Por lo tanto, si ofreces una bendición, primero te tiene que haber
llegado a ti. Y tienes también que haberla aceptado como tuya, pues, de lo
contrario, ¿cómo podrías darla?
Siempre que le niegas la bendición a un hermano te sientes
desposeído, ya que la negación es tan total como el amor. Negar parte de la
Filiación es tan imposible como lo es amarla sólo en parte. No es posible
tampoco amarla totalmente sólo a veces. No puedes estar, totalmente
comprometido sólo en algunas ocasiones.
Cuando un hermano actúa insensatamente, te está ofreciendo
una oportunidad para que lo bendigas. Su necesidad es la tuya. Tu necesitas la
bendición que puedes darle. No hay manera de que tú puedas disponer de ella
excepto dándola. Ésa es la ley de Dios, la cual no hace excepciones. Careces de
aquello que niegas, no porque haya carencia de ello, sino porque se lo has
negado a otro, y, por lo tanto, no eres consciente de ello en ti.
Del libro: Un Curso de Milagros
Desde mi interior ... la magia de la vida
Lolita González
0 comentarios:
Publicar un comentario
Queremos estar siempre en contacto contigo. Tu comentario es muy importante. Hazlo saber y generemos comunicación activa.