(08/mar/2015)
Cuando pensamos en médicos, en general, vemos a seres que ayudan a que las personas se curen, sufran menos dolor, estén mejor. Sin embargo, durante el nazismo muchos médicos y científicos estuvieron involucrados en experimentos efectuados en los campos de concentración. Lo cierto es que, en los juicios, sólo 15 de los 23 que participaron en estos terribles experimentos con humanos fueron considerados culpables.
Congelación e hipotermia
Se realizaron en los hombres para simular las condiciones de los militares en el Frente del Este. Muchos alemanes murieron de frío o por enfermedades relacionadas a las bajas temperaturas –como la gripe–, así que esta era una forma de prepararlos mejor para esas condiciones climáticas.
Estos experimentos estuvieron a cargo del doctor Sigmund Rascher en los campos de Birkenau, Auschwitz y Dachau, y en 1942 presentó los resultados en una conferencia. Por un lado, se veía cuánto tiempo tardaba un cuerpo en congelarse hasta la muerte, y por el otro, se buscaban formas de reanimarlo.
A las víctimas –jóvenes judíos y rusos– se les ponía en tinas de agua helada, o desnudos a la intemperie en temperaturas bajo cero, con una sonda que medía la bajada de temperatura en el recto, y la mayoría moría al llegar a los 25 grados.
Por otra parte, los experimentos para resucitar también eran crueles y dolorosos en aquellos que aún no habían muerto pero estaban al borde. Se los ponía bajo lámparas de rayos ultravioleta que quemaban la piel, mediante la irrigación interna de agua hirviendo que generaba ampollas, o en tinas con agua caliente cuya temperatura se iba aumentando poco a poco, o haciendo que una mujer “caliente” al hombre mediante el sexo.
Experimentos genéticos
La raza aria era el objetivo de los nazis: cabello rubio, ojos azules, superhombres de una única raza en todo el mundo. Quienes no cumplieran esas características debían ser exterminados. Se hicieron leyes de matrimonio para investigar las razas y ver si eran puras. Uno de los que cayeron en la trampa fue el doctor Rascher, cuya mujer era estéril y habían adoptado dos hijos.
En los campos de concentración se trealizaron gran cantidad de experimentos genéticos para perfeccionar la raza y entender los defectos. Entre los más conocidos fueron los experimentos de Josef Mengele con gitanos y mellizos. El “Ángel de la Muerte” seleccionaba a las rarezas apenas bajaban del tren en el campo de Auschwitz.
En el caso de los gemelos, Mengele los estudiaba por varios días, y cuando todas las pruebas habían sido tomadas, los mataba con una inyección de cloroformo en el corazón.
Otras pruebas
En los campos de concentración también se realizaba otro tipo de pruebas con extrema violencia: interrogaciones con tortura, inyecciones con virus de enfermedades, esterilización y experimentación de nuevas cirugías.
Por ejemplo, el doctor Kurt Heissmeyer inyectó la bacteria que causa la tuberculosis a prisioneros del campo de Neungamme. También los expuso al gas fosgeno para encontrar un antídoto, ya que este había sido utilizado como arma biológica en la Guerra.
En muchos casos, se mutilaba a un preso para trasplantar sus extremidades en otro. La idea era saber si se podía realizar este tipo de procedimiento, pero se hizo de forma tan cruel que muchas personas murieron, otras quedaron mutiladas, y el experimento no llegó a ninguna buena conclusión.
Otra loca idea fue la de Hans Eppinger, que buscaba una forma de hacer el agua de mar bebible. Se privó de comida y agua fresca a varios gitanos, y se les obligó a beber solo agua de mar, por lo que muchos desarrollaron graves enfermedades.
El envenenamiento por inyecciones o en la comida era común en los campos de concentración, así como también la inseminación artificial de las mujeres, de las que se burlaban diciendo que habían inyectado en ellas esperma de animales para crear un monstruo.
Fuente: Ojo Curioso
Cuando pensamos en médicos, en general, vemos a seres que ayudan a que las personas se curen, sufran menos dolor, estén mejor. Sin embargo, durante el nazismo muchos médicos y científicos estuvieron involucrados en experimentos efectuados en los campos de concentración. Lo cierto es que, en los juicios, sólo 15 de los 23 que participaron en estos terribles experimentos con humanos fueron considerados culpables.
Congelación e hipotermia
Se realizaron en los hombres para simular las condiciones de los militares en el Frente del Este. Muchos alemanes murieron de frío o por enfermedades relacionadas a las bajas temperaturas –como la gripe–, así que esta era una forma de prepararlos mejor para esas condiciones climáticas.
Estos experimentos estuvieron a cargo del doctor Sigmund Rascher en los campos de Birkenau, Auschwitz y Dachau, y en 1942 presentó los resultados en una conferencia. Por un lado, se veía cuánto tiempo tardaba un cuerpo en congelarse hasta la muerte, y por el otro, se buscaban formas de reanimarlo.
A las víctimas –jóvenes judíos y rusos– se les ponía en tinas de agua helada, o desnudos a la intemperie en temperaturas bajo cero, con una sonda que medía la bajada de temperatura en el recto, y la mayoría moría al llegar a los 25 grados.
Por otra parte, los experimentos para resucitar también eran crueles y dolorosos en aquellos que aún no habían muerto pero estaban al borde. Se los ponía bajo lámparas de rayos ultravioleta que quemaban la piel, mediante la irrigación interna de agua hirviendo que generaba ampollas, o en tinas con agua caliente cuya temperatura se iba aumentando poco a poco, o haciendo que una mujer “caliente” al hombre mediante el sexo.
Experimentos genéticos
La raza aria era el objetivo de los nazis: cabello rubio, ojos azules, superhombres de una única raza en todo el mundo. Quienes no cumplieran esas características debían ser exterminados. Se hicieron leyes de matrimonio para investigar las razas y ver si eran puras. Uno de los que cayeron en la trampa fue el doctor Rascher, cuya mujer era estéril y habían adoptado dos hijos.
En los campos de concentración se trealizaron gran cantidad de experimentos genéticos para perfeccionar la raza y entender los defectos. Entre los más conocidos fueron los experimentos de Josef Mengele con gitanos y mellizos. El “Ángel de la Muerte” seleccionaba a las rarezas apenas bajaban del tren en el campo de Auschwitz.
En el caso de los gemelos, Mengele los estudiaba por varios días, y cuando todas las pruebas habían sido tomadas, los mataba con una inyección de cloroformo en el corazón.
Otras pruebas
En los campos de concentración también se realizaba otro tipo de pruebas con extrema violencia: interrogaciones con tortura, inyecciones con virus de enfermedades, esterilización y experimentación de nuevas cirugías.
Por ejemplo, el doctor Kurt Heissmeyer inyectó la bacteria que causa la tuberculosis a prisioneros del campo de Neungamme. También los expuso al gas fosgeno para encontrar un antídoto, ya que este había sido utilizado como arma biológica en la Guerra.
En muchos casos, se mutilaba a un preso para trasplantar sus extremidades en otro. La idea era saber si se podía realizar este tipo de procedimiento, pero se hizo de forma tan cruel que muchas personas murieron, otras quedaron mutiladas, y el experimento no llegó a ninguna buena conclusión.
Otra loca idea fue la de Hans Eppinger, que buscaba una forma de hacer el agua de mar bebible. Se privó de comida y agua fresca a varios gitanos, y se les obligó a beber solo agua de mar, por lo que muchos desarrollaron graves enfermedades.
El envenenamiento por inyecciones o en la comida era común en los campos de concentración, así como también la inseminación artificial de las mujeres, de las que se burlaban diciendo que habían inyectado en ellas esperma de animales para crear un monstruo.
Fuente: Ojo Curioso
¡Horrible! Es difícil llamarlos experimentos, solo mutilaban personas.
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