EL PERDÓN
CÓRDOBA, ARGENTINA (15/ene/2014)
Saliendo de casa al recorrer unas cuadras recordé que una vez más olvide pedirle perdón a mi padre.
Ayer entre mi novia, las tareas cotidianas perdí noción del tiempo, se que me equivoque con él....
Pero hoy al regresar del trabajo trataré de pedirle disculpas.
El viejo me preparó el desayuno antes de salir, solo vivimos los dos en la casa y se siente tan grande sin la presencia de mi madre. Papá, mientras escurría el saquito de té, me miraba a los ojos sin mencionar palabra alguna, noté una lágrima caer por su rostro, pero rápidamente se la seco con su mano y yo le reste importancia. El extrañaba mucho a mi madre quien partió hace tres meses hacia el cielo, dejándonos tan solos en el vacío de un hogar sin su sonrisa, sus palabras en un manto de su ausencia que generaba un inmenso dolor.
Esa tarde al llegar a casa no encontré a mi padre, tal vez salió de compras pensé por un instante, mientras encendía mi computadora para leer mi correo electrónico, pero para mi sorpresa junto a la PC había una carta, la cual me dispuse a abrir y a leer atentamente.
Querido hijo:
En estos días he sentido tanto la ausencia de tu madre, me siento algo viejo y cansado de la vida, casi tú no estás en el hogar y las paredes son témpanos de hielo que congelan mi corazón. Esta mañana al prepararte el desayuno te quería comentar sobre mi enfermedad, pero estabas tan apurado que saliste corriendo de casa como siempre.
Sabes hijo, nunca podrías llenar el vacío que dejó tu madre, pero cuanta falta me hacían tus palabras, aquellas que guardabas detrás de tus labios y que nunca podía sacar, ¡me dolía tanto tu silencio!
El médico me dijo que me quedaba poco tiempo de vida, estoy pasando tal vez los últimos momentos, pero quiero que sepas que si en algo me he equivocado como padre sepas perdonarme, aquello que dije, hice fue por tu bien, espero entiendas mi actitud.
Fueron cincuenta años al lado de tu madre y la extraño tanto que ya no quiero seguir aquí en esta vida que cada día pesa un poco más. Tu eres grande, mayor de edad, te quedará esta casa, mi auto y en el placar de mi habitación están mis ahorros de toda la vida, creo que ellos te solventarán por un tiempo, no los malgastes en tus tonterías.
Hijo he decidido partir en el mismo viaje que tu madre, en aquel tren que se la llevo de mi lado, pero me reencontraré con ella, como aquel primer día, y ya nadie podrá separarnos.
Mi joven y valiente pequeño te escribo esta carta para decirte hasta siempre, y recordarte que te amo. No me llores cuando parta porque yo habré hallado la ¡felicidad!
Te ama, tu padre.
Una lágrima se apodera de aquel joven que al cerrar la carta con su puño bien fuerte, es interrumpido por una llamada del hospital. El silencio se ocupo de sus labios una vez más y salió apresuradamente hacia el nosocomio, pero su esfuerzo fue en vano, su padre ya había salido de viaje.
Reflexión:
EL PERDÓN desata toda herida, no lo guardes detrás de los labios, si te equivocas pide perdón, si te lastiman perdona, la vida a veces nos sorprende y la muerte a veces se lleva vuestro silencio.
Autor de artículo y redacción
Gabriel Gustavo Cocconi
Córdoba-Argentina
0 comentarios:
Publicar un comentario
Queremos estar siempre en contacto contigo. Tu comentario es muy importante. Hazlo saber y generemos comunicación activa.